El Hno. Joseph de la Joie, (José de la Alegría) CSV, acaba de terminar una misión de un año, acogiendo a los visitantes en uno de los santuarios marianos más antiguos del mundo: Nuestra Señora de Rocamadour en el suroeste de Francia. Este joven hermano viator hizo sus primeros votos en 2019 en Rodez, Francia, y ahora vuelve allí para comenzar su próxima misión trabajando con jóvenes estudiantes.

H. Joseph de la Joie, CSV

Su año de encuentro con los peregrinos, dice, quedará grabado en su memoria. El santuario está situado en la ladera de un acantilado, cerca de la ciudad de Toulouse, y se remonta a la Edad Media. Según la tradición, un ermitaño, San Amador, vivía en esta cueva rocosa situada en la ladera del acantilado. El santuario toma su nombre de «roc» (roca) y «Amadour» (Amador), o Rocamadour, y recibe un millón de visitantes al año.

Durante los meses de verano, el rector del santuario invita a los jóvenes a venir a Rocamadour y servir como anfitriones. El Hno. Joseph fue invitado como uno de ellos después de visitar por primera vez el santuario en 2019.

«Nuestra misión es acoger, escuchar y evangelizar a los turistas y peregrinos,» dice el Hno. Joseph. «El obispo de la diócesis me pidió que me quedara allí  durante  un período más largo que los dos meses de verano. El Provincial aceptó y por eso me he quedado  un año.»

Durante el año, el Hno. Joseph actuó como guía espiritual, contando a los visitantes la historia de este lugar sagrado y a la vez ayudándoles a profundizar en su fe. Algunos visitantes, dice, se convirtieron en verdaderos peregrinos.

El Hno. Joseph también ayudó a planificar las liturgias en la capilla y a formar a los monaguillos, pero sobre todo los visitantes encontraron su alegría contagiosa.

«Gracias por su alegría, su amor y su apertura,» le decían. «Es algo que necesitamos mucho hoy en día.”

Para el Hno. Joseph, su año en el santuario ha sido un periodo lleno de gracias. «Los turistas y los peregrinos suelen decir que cuando te vas de este  lugar, no eres el mismo que cuando llegaste,» dice. «El lema de Nuestra Señora de Rocamadour es: ‘Arráigate en la roca.’ Es un mensaje que nunca olvidaré.»